Depresión y desánimo

Todos pasamos por momentos en los que la motivación baja, nos sentimos cansados o sin ganas de hacer lo que antes nos ilusionaba.
Cuando este estado se alarga en el tiempo y empieza a afectar a la manera en que pensamos, sentimos o actuamos, puede tratarse de una depresión o de un episodio de desánimo profundo.

La depresión no siempre se manifiesta con tristeza visible. A veces aparece como una sensación de vacío, desconexión, irritabilidad o dificultad para disfrutar de lo cotidiano. Puede afectar al descanso, al apetito o a la concentración, y hacernos sentir culpables por no “poder estar bien”.

El desánimo, por su parte, puede ser un aviso: una señal de que algo dentro de nosotros necesita atención, descanso o cambio. Escuchar ese malestar es el primer paso hacia la recuperación.

En terapia trabajo para comprender qué hay detrás de ese estado, qué necesidades emocionales no están siendo atendidas y cómo reconstruir, poco a poco, la energía y el sentido.
El objetivo no es solo aliviar los síntomas, sino ayudarte a reconectar contigo, con tus recursos y con aquello que te da vida.

Cuando la tristeza se vuelve demasiado pesada

A veces no hace falta tener todas las respuestas, solo el deseo de empezar a sentirse mejor.